jueves, 29 de octubre de 2009

Al que dirán….



Suelo escuchar con frecuencia mi pequeña voz interior, aquella que trae a flote mis principio morales y éticos, quienes me evitan los prejuicios con personas o cosas que no conozco, y así mismo, hacen que sus opiniones hacia mi me valgan lo mismo que los argumentos de los Uribistas para justificar su egoísmo y egocentrismo. Pero últimamente y con frecuencia, he tenido que sentir cierto desprecio riguroso por alguien a quién no conozco y le dicen “el que dirán”.

Sin conocer a ese sonado señor, “el que dirán”, me he visto obligada a lidiar con amigos suyos o no tan amigos que con frecuencia son victimas de sus consejos e influencias; lo más curioso del asunto, es que ellos tampoco lo conocen y aún así sus vidas se ven cargadas por un sin número de limitaciones generadas por la opinión de aquel popularísimo personaje.

Y es que como aludía al comienzo, no suelo odiar a quién no me da motivos y trato de no hacerlo tanto con el que me los ha dado, pero en muchas ocasiones, no puedo evitar sentir un leve desprecio hacia este señor y hacia quién mantiene estrecha relación con él. Me considero una victima más de sus seguidores y arbitrarios consejos, de su capacidad de otorgar rencores vanos, efímeros desprecios, repentinos ascos, no sé cuantas millones de cejas levantadas y el doble de miradas con desdén. Es que parece que este señor conoce a todo el mundo, así que solo lo consultas e inmediatamente te dice como debes ser, o ser con los demás.

Lo preocupante es que no importa lo que pienses tu, solo interesa lo que pueda opinar él para salir al mundo sin miedo de ser juzgado, ocultando tus verdaderos instintos. Porque además es omnipresente, en todo lado estarás vigilado por “el que dirán” y si rompes las reglas, seguro alguien levantará su ceja (claro, aconsejado por el siniestro señor) y seguro tu libertad será censurada de por vida.

Por otro lado, sin absolver a tan terrible personaje, considero lamentables a quienes abrigan tan nefastas amistades con aquel que solo te hace sentir que ser tu mismo, debe ser el tabú personal. Y si además metemos a colación aquello de la globalización, redes sociales por Internet, blogs, espacios virtuales, parece que dicho señor adquiere un poder semejante al de un Dios. Es un ojo constante encima de ti que casi te obliga a mantener una reputación virtual, cualquier paso al lado de tu postura firme, te hace blanco de toda clase de insultos atroces o la total indiferencia de quién no te conoce y a quién no conoces. Y me pregunto entonces, ¿Qué es lo que se teme perder cuando no hacemos caso a “el que dirán”?

Personalmente, espero despojarme de tan amargoso señor cuya presencia me hace ver como una persona incompatible de la cual debo avergonzarme, y discúlpenme el ego tan subido, pero no me siento así. Talvez así realmente pueda también deshacerme de su amigote “el sistema”, quién hace aún más horribles a las personas y me obliga a vivir rodeada de angustias, deseos, necesidades y falsos amigos, que no contribuyen para nada a eso que será lo único que realmente anhelamos todos, ser felices.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Su!

Estoy sorprendida con tu forma y estilo de redactar, es muy profundo y sincero, me gusta!. No sabia que tenias esa habilidad, sácale mucho provecho.

Y con respecto a este zaritculo siempre he pensado que es más importante el "quien soy" que "el que dirán".

Saludos!

Meli.

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