Alguna vez, viendo una de esas películas a las cuales nuestros juicios y distracciones convierten en anónimas, escuche una frase que se me quedó en la memoria y a mi parecer es ciertamente aterradora: “Los hombres le tienen más miedo a la soledad que a la infelicidad”. Desde entonces no pude volver a ver las relaciones de mis amigos de la misma manera, quisiera hablar de la propia, pero creo que opte por la segunda opción de la frase hace rato, lo cual a mi me resulta a la inversa, es decir, soy feliz.
No voy a radicalizarme y asegurar que es posible sobrevivir a este mundo solo, es imposible, pero partamos de la idea que aunque quisiéramos jamás lo estaríamos y que la felicidad no puede ser el precio a pagar, simplemente por ser siempre el anhelo mas profundo del ser humano. Constantemente vivimos buscando situaciones, personas o adquiriendo cosas que nos hagan felices, o por lo menos nos den la ilusión de serlo; pero creo en la felicidad intrínseca y dudo que Osho, Jodorowski, Saramago, Neruda, Voltaire, Cortázar, Pascal, Coelho, también se equivoquen en la misma teoría.
Hace unos meses estaba analizando un ensayo de un amigo y escritor, y sentí algo de enojo a leer su opinión acerque de que “la felicidad es entretenimiento y la gracia es que nos entretenga la mayor parte del tiempo….” No entendí que tipo de cosas o vivencias lo harían pensar algo así, pero después comprendí que la vida a la que estamos expuestos todos nos hace olvidar que la felicidad debería ser en realidad un placer. Pensamos que la compañía de otras personas también las conseguimos en sixpack, las risas embotelladas o los amores sellados al vacío, todo con tal de no darle cabida a esa supuesta terrible sensación de soledad.
Lo que opino es que nada de lo que adquirimos externamente sirve por completo, si no aprendemos a acompañarnos y alimentarnos con aquellas cosas que solo al estar solos nos muestran lo que en verdad tenemos. Si aprendiéramos al lidiar con la soledad, lo seguro es que nos daríamos cuenta de dos cosas: los grandiosamente valiosos que somos o lo increíblemente vacíos que estamos. Nada por lo cual preocuparse, lo que esta bien ya lo esta y lo que no, esta a penas para comenzar a llenarlo. El punto es darse cuenta que aquel que aprende a ser feliz, ofrece lo mismo a los demás, el que cultiva el amor propio sabe amar mejor que cualquiera. La compañía es solo eso, no dependencia, con los demás tenemos la ventaja de lidiar temporalmente, con nosotros mismos a cada instante.
Finalmente, aunque se lo difícil que es ambicionar las dos cosas por igual, espacio para ser y para dar, les comparto otra frase que prefiero mucho más y la cual me parece ciertamente inspiradora: “Dos personas maduras enamoradas, se ayudan mutuamente a ser más libres.” Osho.
lunes, 7 de febrero de 2011
En defensa de la soledad.
Publicado por Su Pirajan en 5:39 p. m.
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1 comentarios:
No escribías mal susan pirajan
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