miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sedición por el amor.


Por: Su Piraján.

Como todas y cada una de las anteriores veces, mis dedos en el teclado se sienten caprichosos de moverse por un sinsabor de insatisfacción y de confusión. Pero es que vivir no es tan fácil, y hay muchas cosas que están por ahí, aprendidas inconscientemente e intentando hallar su razón para continuar siendo. En esta ocasión, se añade una simpatía por merodear emociones ambiguas, que de por si son un enredo, pero que también son gozo para aquel que se deja fascinar con aprender de si mismo y se sorprende felizmente de sus alcances.

Y no hay ingrediente más eficaz para conocerse y estudiarse a si mismo, que fijando y albergando uno de los sentimientos más ambicionados por el ser humano. Es decir, me propongo aclarar el panorama de mares y tierras de emociones, intentando conocer el terrateniente de semejante latifundio: el amor; o por lo menos el que debería ser.

Parto de una frase del escritor brasileño Paulo Coelho, "El verdadero amor supone un acto de entrega total". Pero esta afirmación además de lo hermosa que pueda resultar, también suscita algo de miedo, porque dicha entrega supondría una decepción de igual tamaño, donde hay que tener en cuenta que nadie ama por uno. Podemos percibir, deducir y corresponder las expresiones de amor de la persona que ocupa nuestros pensamientos, pero nunca tendremos absoluta certeza de lo que en realidad siente el otro. No podemos confiar más allá de lo que se alberga en nuestro propio corazón y solo podemos fiarnos en lo que damos y hallamos.

Es en ese momento cuando pienso que talvez una de las más arduas, sino la más, de las tareas que venimos ha aprender a este mundo, es el complicado arte de amar. Y donde no quisiera pensar que los seres humanos tenemos algún tipo de limitación mental para efectuar tan fastuoso arte, porque me agobia reconocer y advertir como las personas se aman más desde el querer que desde el amar. No es una fútil redundancia, si damos una ojeada para adentro, mirando de frente a nuestro “ser amado” y preguntándonos: ¿a quién en realidad estamos amando?

Podemos querer sin amar, y amar sin querer solo en algunos casos de tipo filial (conservando mis dudas), entonces ¿por qué en algún momento tendemos a volver una sola, la significación de dichas palabras? Considero que una de las posibles razones de no saber el para quién amamos, podría ser la confusión en las definiciones o percepciones que se tienen acerca de las palabras, “amar” y querer”, y su correcta utilización.

El significado de la palabra querer, o “quaerere” en latín, se deriva sinónima de inquirir, requerir, perquirir, solicitar, adquirir, obtener, etc., un acto de mero interés individual, nada generoso y menos preocupado. Si tu pareja deja de tener lo que deseas, simplemente dejas de quererlo, pero si representa todo lo que anhelas para ti, sin importar si es correspondido, se convierte en un acto de mera posesión del otro por satisfacción propia. Situación muy distinta con el amor; cuya definición coincidente en diversas fuentes, concluye que es “un sentimiento que se experimenta hacia una persona, animal o cosa”, “…profundo e inefable de preocupación cariñosa por el otro”, de bienestar por el ser amado, librado del apego e incluso del amor propio.

Entonces, digamos que el amor es eso que anhelamos y el querer es tan solo lo que tenemos. Como seres humanos dotados de infinidad de virtudes, también estamos atiborrados de defectos, por los cuales se hace algo utópico la realización de un amor verdadero en cada uno. Lo concluyo de esa manera porque no soy de las que cree en el amor a primera vista y además, por experiencia propia, lo que primero sentimos por una persona que nos atrae es la intensión de quererla, de poseerla, de tenerla y después, talvez con algo de suerte, paciencia y autocontrol, podamos llegar a construir y sentir amor por el o ella.

Pero no hay que perder la esperanza, ni sentirse pesimistas, porque si algo alude también la frase de Coelho, es que cuando la entrega total es reciproca, el riesgo se convierte en un acto de total compañía y ayuda hacia el otro. No podemos deshacernos de nuestros defectos porque ellos también somos, son lo que nos hace únicos y plantean nuestros pequeños desafíos. Pero si hay que intentar concebir nuestros sentimientos más hacia el amor que hacia el querer, no en vano dimensionamos esa palabra como algo grandioso, que no puede ser razón para un amor mediocre.

En este punto creo haber podido aclarar mis dudas vacilando un poco aún por su efectividad, pero entonces prefiero pensar como Osho – “Dos personas maduras enamoradas, se ayudan mutuamente a ser más libres.” Cuesta, pero seguramente valdrá mas la pena.

2 comentarios:

OshoMaestro dijo...

Hola, Susan:

Muchas gracias por tu blog.

Te envío un afectuoso abrazo,

Gonzalo

zancudo dijo...

Existirán apelativos de 'bello' cuando se encuentre unido indefectiblemente a la percepción. Por eso nunca he entendido eso del "alma bella" y de la belleza de la sustancia. Entonces es cuando empieza a correr la mística palabreja por las arterias capitalinas de solos y solas y a lo mejor en la pequeña fisura de su corazón se preguntaran: ¿Acaso el alma no es perceptible? Podríamos reducir los sentimientos a una mera conexión neuronal que responde a un estimulo aprendido, entonces diríamos: ``que conexión neuronal más hermosa``. Sí, suena lógico. Hermosa, biológica y fríamente lógico. Abrazos. Angelo.

Suicidio: cáncer de la sociedad - Documental dirigido por SU.

SUSURROS DE LIBERTAD

Proyecto Gaia/ Video promocional - Realización: SU Pirajan.