martes, 16 de junio de 2009

Opinión/ La verdadera feria del libro.

Por: Susan Pirajan.

El centro de Bogotá, esa parte de la ciudad considerada la de los múltiples atractivos, aquella que posee la mayor riqueza histórica y cultural además ese característico encanto que emana cuando se recorren sus calles, (olvidando la inseguridad, la contaminación y el ruido) ahora, se ve inundada de algunos desamparados similares a los que se refugian a tan solo tres cuadras de la Casa de Nariño y a los cuales vemos a menudo con total indiferencia. Huérfanos que en su caso podemos darles un hogar por tan solo cinco mil pesos o mejor aún, tres por cinco mil.

El “septimazo” aparte de ofrecer posibilidades para hacer ejercicio, curiosear una que otra baratija vieja, comer helado, comprar la película pirateada, y para algunos, robar una que otra cartera, se ha convertido en el lugar perfecto para exhibir la más amplia gama de la literatura nacional y extranjera.

La lista de errantes es amplia, desde: “Cobo Bordas”, “Tomases Carrasquilla”, “Garcías Marquez”, “William Ospinas”, “Alvaros Mutis”, hasta: “Vargas Llosas”, “Cortazares”, “Benedettis”, “Ruben Darios” o “Shakespeares”. Refugiados hacinados en la Plazoleta del Rosario, La plaza Santander, La plazoleta de las nieves, el pasaje de las Aguas o cualquier lugar donde sus hogares de paso puedan ser puestos a la vista del público. Aunque la mayoría de sus autores son viejos conocidos en nuestro país, obras tan importantes y clásicas de la literatura son rematadas por dos mil pesos o en promoción tres por cinco mil, si no son clásicas, pero gozan de algo de prestigio pueden darse el lujo de ser vendidas por cinco mil cada una.

Como amiga de la literatura, valoro los libros y aprecio mucho el oficio de escribir, razón por la cual no deja de darme un poco de tristeza ver como son vendidos de manera tan vulgar. Sin embargo, a pesar de mis afectos personales debo admitir que esta feria de libros se convierte en una excelente oportunidad para que la gente de escasos recursos pueda acceder a lo más selecto y popular de la literatura, o iniciarse en ella.

Aunque la red de bibliotecas que existen en la ciudad es amplia y son una opción para que los estudiantes o lectores puedan acceder a los libros además de brindarles un espacio cómodo para disfrutarlos, existimos algunos melindrosos que nos gusta tener el propio y disfrutarlo donde mejor nos parezca, al aire libre o en la comodidad de nuestro hogar. Lo que hace de estas librerías ambulantes un espacio apropiado para la reinserción de libros desechados, a los hogares y manos de los ciudadanos.

Solo basta con estar dispuesto a recorrer con paciencia cada una de las carpas y adoptar el que mas nos llame la atención, la excusa de que la literatura es para el que tiene plata ya no sirve, la única pobreza que no va con la literatura es la del espíritu.

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